domingo, 20 de mayo de 2007
Inteligente o buena gente ¿Dónde está el éxito?

Todavía recuerdo aquel interrogante que me acompaño desde muy temprana edad y apenas ahora después de varios años comienza a esclarecerse. ¿Porque si algunos de mis compañeros eran tan inteligentes no los consideraba seres exitosos y en ninguna circunstancia modelos a seguir?

Siempre me he preguntado cuál es la importancia que tiene la cognición en una reunión familiar, cuando tu vehículo no enciende en una situación inoportuna, de que te sirve saber ¿Cuál es la integral de una ecuación diferencial si no sabemos cómo relacionarnos con el mundo?

En ningún momento se discute que el desarrollo de un pensamiento analítico y razonamiento lógico no tiene importancia, ese no es el punto. Pero si se discute la relación que existe entre este tipo de pensamiento y el éxito, intentado discernir si éste consigue una vital importancia en el proceso de obtención del éxito o es solo una parte, que no se debe despreciar, pero sigue siendo solo una pequeña parte.

Lo que habría que preguntarse para empezar inquirir en esta temática es ¿Porqué una persona sin un nivel de educación superior es ahora el hombre más rico del mundo? ¿Cómo Gandhi sin alzar un arma fue capaz de ganar una guerra? ¿Por qué no siempre el alumno más inteligente es el más exitoso?

El nuevo concepto que da respuesta a ésta y otras interrogantes es la inteligencia emocional, una parte a menudo negada y desdeñada, opacada por el brillo de la razón, del coeficiente intelectual, más fácil de definir y medir, la misma que viene a ser una destreza que nos permite conocer y manejar nuestros propios sentimientos, interpretar o enfrentar los sentimientos de los demás, sentirse satisfechos y ser eficaces en la vida a la vez que crear hábitos mentales que favorezcan nuestra propia productividad. Mente sana cuerpo sano.

La Inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo de hoy que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía y la agilidad mental. Aprovechar la inteligencia emocional no implica estar siempre contento o evitar las perturbaciones, sino mantener el equilibrio: saber atravesar los malos momentos que nos depara la vida, reconocer y aceptar los propios sentimientos y tener la capacidad salir de esas situaciones sin perjudicarse ni perjudicar a los demás. La propagación de este concepto, pocas veces valorado con justicia, lograría un entorno más agradable, menos agresivo y más estimulante. No se trata de borrar las pasiones, ni reprimir nuestra ira, sino de administrar nuestras emociones con inteligencia.

Pero el interés por este tipo de asuntos no son una cuestión contemporánea desde la antigua Grecia se pueden observar un interés por esclareces este tipo de asuntos, y el primer aspecto que se abordó fue la relación entre las emociones y la parte corporal. Un claro ejemplo de ello lo constituye la teoría que Empédocles formuló de los 4 tipos de temperamentos, 4 humores corporales y los 4 elementos, al establecer una relación directamente proporcional entre estos 3 ámbitos.

Remitiéndonos a la época actual en la última década del presente siglo se ha presentado un creciente desarrollo en las ciencias médicas. Esto ha permitido que ciencias como la neurociencia, el estudio de la estructura, función, desarrollo y patología del sistema nervioso; aporte en diversos niveles a la solución de esta problemática. Esta exploración intenta comprender los fundamentos biológicos de las emociones como el miedo y el estrés. Para esto es necesario conocer la parte de nuestro cerebro encargada de nuestras emociones, el sistema límbico.

La idea de sistema límbico como el centro emocional del cerebro fue introducida hace ya más de cincuenta años por Paul MacLean psicólogo de la Facultad de Medicina y el Instituto Nacional de la salud mental de la Universidad de Yale. Argumentando que este funciona como asiento de movimientos emocionales como el temor o la agresión, es el centro de la afectividad, donde se procesan las distintas emociones y el hombre experimenta penas, angustias y alegrías intensas.

La mayor parte de nuestro pensar o planificar, y del lenguaje, imaginación, creatividad y capacidad de abstracción, proviene de la corteza cerebral. Pero esto no significa que solo estemos capacitados para solucionar algoritmos o problemas químicos. Proporciona también a nuestra vida emocional otra dimensión.

Esa es nuestra emotividad que en nuestro cerebro está dotada de la capacidad de pensar de forma abstracta y más allá de la inmediatez del momento presente, de desarrollar un yo consciente de si mismo y una compleja vida emocional. Hoy en día la corteza cerebral, la nueva y más importante zona del cerebro humano, cubre y envuelve las más viejas y primitivas, como el sistema límbico. Esas regiones no han sido excluidas, sino que yacen debajo, sin mostrar ya absoluto control del cuerpo, pero aún activas.

El sistema límbico de nuestro cerebro está en constante interacción con la corteza cerebral a través de una transmisión de señales de alta velocidad, y esto significa que nuestras emociones y nuestros pensamientos no son mundos apartes.

En los últimos años estudios de Joseph DeDoux, neurólogo del Centro para la Ciencia Neurológica de la Universidad de Nueva Cork, la neurociencia ha encontrado que en la evolución y el crecimiento biológico que ha tenido el cerebro se puede evidenciar que primero existieron las emociones y luego los pensamientos. Esta teoría se fundamenta en la forma en la que el cerebro creció, lo hizo de abajo hacia arriba.

En el hombre primitivo el cerebro consistía en lo que hoy es conocido como el sistema nervioso vegetativo, estas estructuras solo regulan las acciones involuntarias del cuerpo, la respiración, la circulación, el parpadeo y de más. El hombre primitivo no tenía la capacidad de almacenar sus sentires de modo que algo le lastimaba él no lo recordaría y cuando la misma situación se repita él no estará en condiciones de evitarla o ya sea para tomar las medidas pertinentes o para afrontar la situación, pero ya con una actitud diferente.

Después en un gran paso evolutivo crecieron las partes del cerebro encargadas de las emociones, el sistema límbico, una de estas estructuras es la amígdala, que en griego significa forma de almendra, en donde se almacena la parte emocional de la memoria, cada vez que te has asustado, cada vez que te enfadas con tu madre, cada vez que algo te ha hecho llorar, todo se almacena en nuestra amígdala. Esto en un ser primitivo debió una ventaja significativa en el proceso de selección natural, en la generación rápida y adecuada de la respuesta a la pregunta ¿Matar o morir?

Los investigadores J. F. Fulton y D. F. Jacobson, de la Universidad de Yale, encontraron pruebas de que la capacidad de aprendizaje de la amígdala. En investigaciones desarrollas en chimpancés sanos y chimpancés con la amígdala lesionada.

Adicional a los estudio de Fulton y Jacobson se encuentran las pruebas e investigaciones de el Dr. Antonio Damasio neurólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Iowa. Damasio argumenta que el cerebro no sería más que un buen ordenador de alto rendimiento si se fuese anulada la participación del sistema límbico.

El Dr. Damasio ha encontrado que en las personas con lesiones en estos circuitos la capacidad de tomar decisiones se encuentra muy degradada, hecho atribuido a que estas personas han perdido el acceso a su aprendizaje emocional. Como punto de encuentro entre nuestras emociones y pensamientos, el circuito prefrontal–amígdala es una puerta fundamental para el almacenamiento de gustos y disgustos que adquirimos en el curso de nuestra vida. Es la materia prima en la toma de una decisión a partir de la cuál se reflexiona, pero si hay lesiones en el circuito, ya no desencadena reacciones emocionales que han sido asociadas a ella en el pasado. De esta forma todo adquiere una gris neutralidad.

Un dato de extremada relevancia es la edad en la que la amígdala adquiere su repertorio y lo que esto significa. La amígdala adquiere su repertorio en la infancia, más o menos hasta los catorce años, esto implica que nuestras emociones siempre se comportarán de manera infantil, cada vez que alguien nos agrada sentiremos lo mismo que sentíamos cuando éramos niños, nos dan ganas de estallar de ira demostrar nuestro sentimiento en todo su esplendor, pero si esta agresión es causada por el exorbitante egocentrismo de nuestro decano las cosas serían un poco distintas, responderíamos de una manera diferente.

Aquí es cuando comenzamos a ver la importancia de este tipo de datos y sus aplicaciones. El conocer este tipo de datos nos permite entender la importancia que tiene permitirse sanos hábitos mentales, saber que siempre nuestras emociones serán infantiles y que si desde pequeño se le enseña a una persona a manejar sus emociones adecuadamente, ésta tendrá una mejor calidad de vida.

Si la mente emocional es mucho más rápida que el cerebro racional, y se pone en acción sin parar a pensar en lo que se está haciendo, entonces imagina lo que pasaría si tuvieras una actitud positiva ante la vida, que nunca te pierdas la oportunidad de sonreír. ¿Qué crees que pasaría?

Una persona que como ya se había dicho sea capaz de administrar las emociones con inteligencia tendrá recorriendo su cerebro, impulsos nerviosos cargados de energía positiva. Y permitiéndole desarrollar a este individuo la capacidad de irradiar esa energía convirtiéndose en una persona con la agradaría pasar tiempo, tener un almuerzo, salir a una fiesta e incluso realizar un negocio. Y este tipo de cualidades son las que permiten a una persona obtener el éxito y lo que las diferencia del resto a quienes este tipo de habilidades le parecen insignificante e inútiles comparados con la intelectualidad.

Los niveles de estrés que maneja una persona que no domina este tipo de técnicas son muy elevados. Las personas que están crónicamente alteradas, crónicamente pesimistas, irritables o angustiadas presentan dos veces el riesgo de presentar una enfermedad grave, ese es el mismo riesgo que tiene un fumador. Un riego demasiado alto y creo que si estuviéramos advertidos de este tipo de consecuencias estaríamos dispuestos a cambiar de actitud.

La cura para la hostilidad es forjar un corazón más confiado. Lo único que necesitamos es la motivación adecuada. El problema es cuando la gente se da cuenta que su hostilidad puede llevarla prematuramente a la tumba está dispuesta a intentarlo.

A diferencia de nuestro coeficiente intelectual nuestro coeficiente intelectual se puede mejorar y cambiar aceleradamente implementando una serie de actitudes y actividades que mejoren nuestro desempeño diario.

La conciencia de uno mismo es la capacidad de reconocer los propios sentimientos, emociones o estados de ánimo. La importancia de conocer nuestras emociones reside en el hecho de que a partir de allí podemos controlarlas, pudiendo modificar los estados de ánimo desfavorables.

El equilibrio anímico es la capacidad de controlar el enojo, tristeza y demás sentimientos desagradables con el fin de evadir sus efectos perjudiciales, pues constituyen conductas indeseables.

La motivación es la capacidad para inducirse emociones y estados de ánimo positivos, como la confianza, el entusiasmo y el optimismo; a una manera general, como un hábito.

El control de los impulsos es la capacidad de postergar la satisfacción inmediata de un deseo con el objetivo de lograr alguna meta. Es el sacrificio que una persona realiza para poder lograr sus metas.

La sociabilidad se refiere al conocimiento y control de las emociones y estados de ánimo de los demás. Es una capacidad que apunta a una capacidad para entablar vínculos con los demás que de una u otra manera puedan beneficiar al individuo, ya sea en el club o en una reunión de negocios.

Un individuo que sea capaz de evitar las emociones negativasas al ejercer un control sobre ellas, aumentará en gran medida de obtener éxito en una entrevista laboral o en cualquier otra situación que represente un escalón hacia el éxito.

Es así que un profesional puede tener grandes conocimientos sobre su materia y un alto coeficiente intelectual, pero si no sabe interactuar con los demás, tener amigos o relacionarse. Sus posibilidades de éxito se verán muy disminuidas. Por lo tanto, queda en tela de juicio aquello de que el conocimiento es poder y que es muy discutible la relación aparentemente directa entre este conocimiento y la consecución del éxito. Pues según Daniel Goleman autor de inteligencia emocional y experto en el tema, la consecución del éxito depende solamente en un veinte por ciento a las habilidades cognoscitivas, lo que deja un ochenta por ciento a la suerte a lo que nuestros padres preparen para nosotros y a la inteligencia emocional.


Recursos Bibliográficos

La inteligencia emocional Por qué es importante que el coeficiente intelectual – Daniel Goleman.

http://books.google.com.co/books?id=yKCVQKJEshsC&dq=inteligencia+emocional&pg=PP1&ots=E1Nv3PO9Fj&sig=LFfL5Ikkc0V6oyzILNyfCMHr4SI&prev=http://www.google.com.co/search%3Fhl%3Des%26q%3Dinteligencia%2Bemocional%26meta%3D&sa=X&oi=print&ct=result&cd=1

http://www.gestiopolis.com/dirgp/rec/ie.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Inteligencia_emocional

 
posted by LUIS FELIPE CARDONA at 13:45 ¤ Permalink ¤


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